Thomsen, el abogado ultra y la extrema derecha

José Luis Lanao

Tomado de pagina12.com.ar

Las verdaderas pandemias mortales de este mundo son el hambre, las guerras, la emigración masiva, el trabajo infantil, y la violencia congénita en todas sus formas. Pero estos males no causan miedo, ni pánico, porque no se transmiten a través del aliento o la saliva como el covid. No se contagian, pero matan, y mucho. 

Existe una violencia endémica que idólatra sus placeres coercitivos, y que se manifiesta en la necesidad de satisfacer un estimulo obsesivo de placer. Lo vemos en Espert y Milei visibilizando el perverso beneficio de las armas de fuego. Lo vemos en la nueva modernidad de las armas drónicas. Se mata a distancia. Se separa a la víctima del verdugo. Se deja menos huella de conciencia. Es la banalización suprema de la muerte gracias a la tecnología. Un tipo sentado en una especie de sala de VAR, como las de fútbol, viendo algunas pantallas, decidido a apretar un botón, para borrar algunos puntitos y seguir comiendo papas fritas.

La civilización se basa en la palabra. Pero la convivencia, esencia de la civilización, se basa en el silencio. Se habla poco de la violencia normalizada. Esa pulsión estandarizada de sujetos que salen de “caza” para golpear, insultar, denigrar y, en ocasiones, matar, como resultado de un placentero fin de semana. “Era algo normal que hubiera peleas con baldosas, con botellas, con armas”, declaró estos días Máximo Thomsen, uno de los condenados a cadena perpetua por el asesinato Fernando Báez Sosa. Un crimen de una violencia obscena, concreta, irracional. 

Hoy se arrepiente de todo. No esconde que participó de la paliza, pero se reafirma en la inocencia de no haber producido el golpe mortal a la víctima. Para revisar su condena contrató a un nuevo abogado: Francisco Oneto, ex candidato a vicegobernador bonaerense por la Libertad Avanza. Tiene sentido. Uno no debe defender posiciones en las que no cree. Contar con un dirigente de extrema derecha para defender un caso de violencia extrema es de lo más consecuente. La violencia en todas sus formas es parte del adn mitocondrial de la Libertad Avanza. Los discursos de odio, racistas, xenófobos, sexistas, homófobos, fomentados por nuestra extrema derecha son “incunables” de consulta internacional en prácticas de delitos de odio.

Máximo Thomsen exige una revisión. En Argentina, la prisión perpetua atiende la libertad condicional a los requisitos de cumplimiento del Artículo 13 del Código Penal. La condena puede oscilar entre los 20 a los 35 años. Robledo Puch contradice las reglas: lleva 45 años en prisión, por reclusión perpetua con la accesoria por tiempo indeterminado.

El terrorista más famoso de Europa, Anders Breivik, fue condenado a 21 años de prisión en 2012. El noruego de extrema derecha asesino a 77 personas, entre ellas a 69 jóvenes socialdemocratas, en la famosa masacre de la isla de Utoya. Si no se revisa su condena en 2033 podría alcanzar la libertad. Noruega suprimió la prisión perpetua, y comprobó que los delitos no solo dejaron de aumentar sino que disminuyeron. 

En 1764, Cesare Beccaria, fundador del Derecho penal moderno escribió: “El mayor freno de los delitos no es la crueldad de las penas sino su infalibilidad. La certeza de un castigo, aunque sea moderado, surte más efecto que el temor de otro más terrible unido a la esperanza de su impunidad o de su incumplimiento”.

Lanao. Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del Mundo 79

Publicado el junio 2, 2024 en AMÉRICA, Argentina, Ultraderecha y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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